El periodista Víctor Amela sitúa a los últimos cátaros en Morella en su primera novela, basada en hechos históricos: Amela entre herejes
El periodista ubica en la Placeta dels Tarrascons de Morella las casas de los últimos cátaros
LA VANGUARDIA 15 de abril 2013 | SARA SANS Morella
Las peripecias de los últimos cátaros las fue hilvanando en una libreta durante casi treinta años hasta convertirla en una novela: El cátaro imperfecto (Ediciones B). En su debut literario, el periodista Víctor Amela resigue el rastro del Perfecto Belibasta y sus fieles que, a principios del siglo XIV, huyeron de la feroz Inquisición en Occitania, cruzando los Pirineos y refugiándose en lo que entonces eran los confines de la Corona de Ara- gón: Morella y sus alrededores. Amela llega incluso a identificar la casa donde vivió Belibasta, antes de ser detenido, con lo que incluye por primera vez Morella en el mapa cátaro.
“No creo en las casualidades pero me han pasado tantas co- sas haciendo esta novela…”, dijo ayer Amela, durante la presentación del libro, en Morella, en los escenarios que recorre el protagonista de su libro, el hereje Guillem Belibasta. Un Perfecto (un “sacerdote” cátaro) que no práctica totalmente aquello que predica y que vive, con nombre falso, con una esposa “tapadera” pero con la que mantiene relaciones e incluso tiene un hijo, y ejerciendo de cestero en una casa, muy probablemente ubicada en la Placeta dels Tarrascons. Mientras preparaba el libro, Amela cayó en la cuenta: Tarascón, es la población de Arieja (en el sur de Francia, cerca de Foix) y, de donde eran oriundos muchos de los últimos cátaros. Nunca antes se había hecho esta relación, aunque la arquitectura de las casas en esta plazoleta, recuerda a las del sur de Francia y es bien distinta a la del resto de Morella.
“Tenía tanta información: sabía lo que comían, los rituales que hacían, tenía diálogos enteros… que la novela surgió”, dice Amela. Un cúmulo de “casualidades”, indagaciones y círculos que se cierran. Todo arranca con un inesperado hallazgo en la casa que su padre adquirió en Forcall (una población muy cer- cana a Morella donde vivieron los antepasados paternos del pe- riodista). Al tirar una pared, apareció un puñal con la hoja curva y una inscripción: “Soch com cal, cuan puncho fai mal” (en catalán antiguo: soy como debo ser, cuando pincho hago daño) y también un sillar con dos figuras esculpidas: dos palomas besándose. “Al cabo de unos años, Luis Racionero, que publicó un libro sobre los cátaros en los Pi- rineos, me dijo que las palomas eran un símbolo cátaro”.
El puñal y el sillar, son piezas claves de la novela, que también se nutre, entre otros docu- mentos, de un libro del historiador francés Jean Duvernoy, que transcribe el testimonio de los últimos cátaros, guardados en los archivos vaticanos. Y ahí aparecen personajes como el pastor Pere Mauri, Raimona o el inquisidor Jacques Fournier, un hábil interrogador que ejerció de inquisidor implacable y que acabará siendo el Papa Benedicto XII.
Para rizar el rizo, e indagando la genealogía de los Amela, el periodista exploró también los archivos parroquiales de Forcal y Morella, “y supe que en 1314, un Guillem Amela, se entrevistó en Morella con el obispo Paholac”, explica. Por tanto, ese antepasado del autor podría haber conocido también a los personajes del libro. “Todos están documentados y las fechas son reales, no he inventado nada”, asegura Amela, Salvo un último personaje: el hijo de Belibasta, que nace en la cueva de la Balma, “es un paralelismo con la Balma de Marsella, donde dice la tradición que María Magdalena inició el linaje de Jesucristo en Occitania”, explica. Ayer, Amela firmó los primeros ejemplares del libro en Morella, donde esperan que la novela y el legado cátaro que descubre ayude a potenciar el turismo.
Ni buenos ni malos, humanos
]El cátaro imperfecto, es la primera novela de Víctor Amela, autor de una quincena de libros de contenido periodístico. La historia transcurre entre 1314 y 1321, cuando Guillem Belibasta, con 21 años, ase- sina al pastor que había denunciado a su familia por herejía. Belibasta consigue huir y decide convertirse en Perfecto cuando se entera de la detención y el trágico final de su familia. El protagonista que predica el catarismo, aunque escondiendo sus debilidades carnales, cuenta con la ayuda de Pere Mauri, un sabio pastor, también cátaro pero hombre libre, “que quiere hacer el bien y que cuando conoce a las personas no les pregunta en qué cree”, explica Amela. Belibasta cruza los Pirineos y se afinca en Morella, pero un espía del temible inquisidor Jacques Fournier, le descubre y delata. La historia reconstruye la vida cotidiana y las creencias de los últimos herejes documentados.