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Crítica de TV 17-6-2012 | Misterios

20/06/12 por Victor Amela

misterios por victor amela

Los ‘Òscar’ del programa La competència (RAC1) han popularizado jocosamente la figura del profesor Sebastià d’Arbó mediante una caricatura sonora bautizada «profesor de Debó»

Artículos | 17/06/2012 – 00:00h

Los Òscar del programa La competència (RAC1) han popularizado jocosamente la figura del profesor Sebastià d’Arbó mediante una caricatura sonora bautizada «profesor de Debó», personaje siempre presto a desentrañar misterios aparentemente insondables… que acaban por resolverse solos. La caricatura tiene su gracia, pues encierra algún trazo certero del profesor D’Arbó de verdad. Nuestro D’Arbó lleva varios decenios escrutando lugares misteriosos, leyendas fantasmagóricas, historias inquietantes, fenómenos paranormales, seres aberrantes, misterios recurrentes, los misterios de cabecera de los amantes de los misterios, que han dado mucho juego y siguen dándolo. El profesor D’Arbó -que tiene también su programa de radio en RAC1- ha estrenado ahora en televisión Misteris (8tv, jueves noche) con su infalible receta: la vampira de Barcelona y un bosque céltico en la comarca de Osona han sido los asuntos centrales del estreno. Recordé Catalunya misteriosa, otro programa que D’Arbó hizo en TVE-Sant Cugat… Conclusión: los misterios son siempre iguales a sí mismos y no caducan.

Desde que tengo uso de razón paranormal -despertada por la televisión, por Uri Geller en el Directísimo de Íñigo y por el doctor Jiménez del Oso en su sección de Todo es posible en domingo-, la nómina de misterios catódicos ha discurrido de los ovnis a las caras de Bélmez, de las abducciones a las psicofonías, de las pirámides a los menhires, de las brujas a los templarios, del Arca de la Alianza al Grial, de los druidas a los mayas y del Triángulo de las Bermudas a las pistas de Nazca. Nos los sabemos de memoria…, pero siguen atrayéndonos. Y si tienen pátina autóctona, mejor: no es lo mismo un misterio de por ahí afuera que un misterio de aquí, que espeluzna más, porque nos choca que en nuestra propia casa haya misterios tan misteriosos: la proximidad juega favor del misterio (en esto pasa como con las tragedias, que nos estremecen más cuánto más cercanas), y el profesor D’Arbó es un virtuoso en convertir su interés por los misterios de casa de toda la vida en programas de radio y televisión a los que sucesivas generaciones irán prestando indesmayable atención. Ha encontrado la piedra filosofal (y la fuente de la eterna juventud: ¡no le veo envejecer!): basta con colocar la palabra «misterio» en el título y ya tienes medio programa hecho.

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