‘CALL TV’. ¿Qué programa te provoca rechazo, que emisión te disgusta más? Un portal de internet dedicado a la televisión (Vertele) publica una encuesta en la que pregunta a actores y presentadores qué les gusta y qué les disgusta ver en televisión. Veo gran variedad entre los gustos, y también entre los disgustos, aunque en este ámbito me llaman la atención algunas coincidencias: varios encuestados señalan como repulsivas las emisiones de call tv, es decir, los concursos de telellamada y los espacios de consultas de tarotistas, astrólogos y videntes de la madrugada. Es cierto que estos espacios son la mínima expresión del arte de la televisión (después de la legendaria carta de ajuste, ya desaparecida). Pero a la vez que son la ínfima manifestación del invento de la televisión, esos espacios se me antojan también como la caricatura más cruda y luminosa de lo que suele ser la televisión como mass media: sin nada que contar, sin garantía de veracidad alguna y sin pudor mantienen atrapados a los suficientes telespectadores para resultar rentables. ¿Qué le ofrecen al soberano telespectador estas emisiones de tres al cuarto? Engaños y mentiras, fantasías e ilusiones, cuentos chinos y enredos metafísicos, el timo del tocomocho con péndulo, cuarzo, naipe y Venus en la casa del sol. Por eso encierran estos call tv, para mí, una interesante eficacia como vacuna, un cierto valor como medicina homeopática (tomados en las preceptivas dosis infinitesimales) que nos permitirá luego poder ver el resto de las emisiones televisivas sin llegar a enfermar. Porque, al cabo, no son muy distintos estos bloques delirantes de madrugada a los bloques informativos que durante la vigilia nos han ido mostrando gráficas de índices bursátiles, predicciones de variopintos gurús de las finanzas y dictámenes de enigmáticas agencias de calificación, que nos timan más y mejor que la bruja Lola y Carlos Jesús juntos. Si la televisión es el gran espejo de nuestra sociedad, estos espacios de madrugada son –a su vez– la gran caricatura de la televisión, son la lupa de aumento de la esencia de la televisión, a la que hemos adoptado como nuestro cuentacuentos favorito en el fuego del hogar. En estos espacios de call tv, es obvio que el engaño es muy burdo y aparatoso, mientras que el resto de la programación televisiva se esmera en un trampantojo algo más refinado, afeitado y repintado. Justamente por su función preventiva, yo no eliminaría estos espacios en los que la gente llama en busca de una gratificación en dineros, sueños u orgasmos: estos espacios están recordándonos cómo nos relacionamos con la televisión y nos dan buena medida de nuestra credulidad y nuestra fragilidad, de nuestra condición de náufragos en casa, huérfanos necesitados de que haya alguien ahí afuera al que aferrarse. Estos espacios de madrugada nos previenen como telespectadores para lo que nos vendrá al día siguiente: si nos la cuelan será sólo porque nos apetece dejárnosla colar.
DESVARÍOS. La televisión comparte todos los desvaríos, desde rastrear ovnis en los cielos nocturnos (Alerta Ovni 2012, anoche en Cuatro) hasta para ofrecerse como novio de la desquiciada Leticia Sabater (ya se han ofrecido en sacrificio 50.000 valientes para un inminente docushow). Todo esto acabará con Leticia Sabater emparejada con un alienígena y presentando un call tv sobre el futuro de la humanidad, al que telefonearán maduritos onanistas que en su tierna infancia desayunaron con ella y su loro.