¿La belleza, demérito?: Rosa María Calaf ha lucido el pelo de mil colores, pero critica por su “apariencia” a Sara Carbonero
ATRACTIVA. Rosa María Calaf, reportera de altos vuelos que lo ha sido en Televisión Española y que acumula el prestigio de su veteranía y buen hacer, ha dictado sentencia en una entrevista (en la revista Vanity Fair): “Sara Carbonero hace un flaco favor a la mujer y al periodismo, pues frivoliza la imagen de la mujer y contribuye a que la apariencia sea más importante que el contenido”. Ostras. Rosa María Calaf es una periodista a la que hemos visto trabajar en televisión con el cabello de todos los colores, y nadie sensato la ha criticado nunca por ello (ahora mismo luce un vistoso teñido entre el rosa y el fucsia, que me parece muy bonito y que no creo que la degrade como mujer ni siquiera como periodista). Al contrario, sus seguidores se lo hemos ponderado y aplaudido: Rosa María Calaf ha hecho muy bien en exhibir colores llamativos en el pelo, porque la televisión es imagen (y sonido. ¡Y, algunas veces, también lo que se cuenta!). Querida Rosa María: ¿es la envidia la que inspira tu sentencia contra Sara Carbonero? No creo, así que reflexionemos juntos: ¿qué culpa tiene Sara Carbonero de haber nacido con esos ojos tan celestes? ¿Qué culpa tiene ella de parecerle guapa a la mayoría de la gente? ¿Debiera esconderse en el periodismo escrito o radiofónico o, mejor, en sus labores domésticas por el eventual demérito de resultar atractiva al personal? Ser atractivo –o vistoso, o llamativo, o guapetón– es un valor televisivo. Es así, Rosa María, no nos hagamos trampas. ¿O acaso te resulta aceptable que un periodista sea guapo si es hombre, pero no si es mujer? ¿Acaso te parece que la belleza menoscaba a la mujer, te parece que erosiona alguno de sus otros valores morales o talentos personales? No estoy de acuerdo en modo alguno, perdóname. Porque si hablamos de periodismo televisivo, estamos hablando de una suma de facetas, Rosa María, y tú bien lo sabes: hablamos de lo que se cuenta, de cómo se cuenta y del aspecto del que lo cuenta. Querer encubrir, orillar o anatematizar alguna de estas tres facetas –la del aspecto físico por ejemplo– es hacerse trampas a uno mismo o querer hacérsela a los demás: la belleza es un valor en televisión, y no veo por qué este valor resta méritos al periodista o comunicador que atesora este valor o que se lo trabaja, si dicho periodista o comunicador cuenta cosas interesantes y las cuenta bien. Otra reflexión paralela y distinta, Rosa María, es la de si el periodismo televisivo tiende cada día más al espectáculo. Y sí, es verdad que la frontera entre información y entretenimiento se ha difuminado. Pero no le atribuyas este fenómeno a Carbonero. Puedes preguntarle a Piqueras –y a tantos presentadores de información deportiva–, que resulta que es un hombre y que nos entretiene muy bien. Y que encima gusta a las señoras. Y no por eso me parece a mí que le haga –te parafraseo– “un flaco favor al género masculino y al periodismo, pues frivoliza la imagen del hombre y contribuye a que la apariencia sea más importante que el contenido”. Bueno, voy a afeitarme y al peluquero. Felicidades por tu trabajo, tus reflexiones y tu aspecto.
CULO. Mercedes Milá ya había morreado a concursantes de Gran Hermano, pero este jueves se ha levantado la falda y mostrado el culo (cubierto con los panties) al concursante Cristian y le ha invitado a palparle los pechos. El concursante ha palpado y escrutado. En un plató, Mercedes Milá es una apuesta siempre segura, aunque ruborice a su familia.