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Crítica de TV | Detrás de todos 
los personajes del corazón y la ingle marbellí está siempre Encarna Sánchez

12/03/12 por Victor Amela

encarna sanchez e isabel pantoja por victor amela

Detrás de todos 
los personajes del corazón y la ingle marbellí está siempre Encarna Sánchez

Mañana lunes, segunda parte de la miniserie sobre Isabel Pantoja. ¡Negocio redondo para Telecinco! Emitió un capítulo (el lunes pasado) y con esa sola inversión ha completado el resto de la programación de la semana, a costa de tertulias y comentarios, entrevistas a testigos y conocedores de las andanzas de la Pantoja, revelaciones de periodistas marisabidillos… La Pantoja es la industria generadora de dinero más eficaz de España (si nuestro ministro de economía consiguiera convertir a Isabel Pantoja en un producto exportable, España salía de la crisis en un telediario).

La Pantoja obtiene su beneficio mediante un contrato firmado con Telecinco para dejarse hacer. Y la cadena de televisión optimiza la inversión: construye su programación semanal sobre los pasajes de la miniserie. Inversión ventajosísima, sobre todo porque utiliza a personas ya muertas, que no cobran: Encarna Sánchez. El primer capítulo de la miniserie sobre Isabel Pantoja estaba protagonizado en realidad por la temida radiofonista Encarna Sánchez.
Vemos a Encarna interesadísima en ganarse la amistad de la Pantoja, la vemos empuñar el micrófono para esparcir veneno, la vemos enfermar, la vemos rabiar por el amor de la Pantoja (“¡Quiero que me quieras!”), la vemos celosa por su relación con María del Monte, la vemos morir… Durante los díassiguientes de esta semana, Telecinco invita a su plató a la que fue su secretaria, una tal Carmen Jara, que declara sin tapujos (sic): “Encarna murió locamente enamorada de Isabel Pantoja”. Y describe algunas escenas de pasiones torturadas con aires de drama shakesperiano.

Y así, en espaciadas dosis, el folletón va completándose durante toda la semana con parciales y sucesivas revelaciones acerca de estas mujeres de culebrón. Mila Ximénez, otra ex colaboradora de Encarna Sánchez y tertuliana habitual de Telecinco, declaraba el viernes noche: “Encarna Sánchez me arruinó: ‘¡vas a comer mierda!’, me dijo”. Nunca se habían hecho tantas horas de tele con tan poca inversión y tanta miseria personal. Llego a la conclusión de que detrás de todos los personajes del corazón y la ingle marbellí está Encarna Sánchez. Telecinco no existiría de no haber existido Encarna Sánchez. Veo que Telecinco ha ido fichando uno a uno a todos los periodistas y comentaristas del cotilleo que trataron, conocieron o padecieron a Encarna Sánchez, desde Jaime Peñafiel a Mila Ximénez.

La decisión viene bendecida por las audiencias, ¡altísimas! Es un notable plan de negocio. Isabel Pantoja, por su parte, obtiene otro beneficio colateral: no aparece como esa persona “siniestra, turbia y oscura” que en su día describió Mila Ximénez, sino como una atractiva e ingenua chica, una esforzada artista víctima de su sueño de alcanzar una vida doméstica y retirada. La imagen que emerge es la de alguien que se equivoca sin maldad: queda mejor de lo que la propia cadena anticipaba e insinuaba, en una astuta táctica para recabar el interés de la siempre morbosa audiencia. (“Otras personas quedan mucho peor que ella en esta serie”, anticipó María Teresa Campos el día antes de la emisión, casi desvelando el pastel…). Y así es. Esta miniserie es un interesado enjuague entre la Pantoja y Telecinco, el negocio del año, con la inestimable y generosa colaboración de la fallecida Encarna Sánchez, a la que Telecinco está debiéndole un monumento.

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