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CRÍTICA DE TV | ¿Qué pasa ahí abajo?

16/01/12 por Victor Amela

CRÍTICA DE TV

¿Qué pasa ahí abajo?

Víctor-M. Amela

«Nada va a crearme y recrearme tanto a mí mismo como la televisión», escribe Javier Pérez Andújar

POZO. Ahora caigo (Antena 3) es un concurso liviano cuyo encanto principal es uno muy particular. Porque no estriba en las pruebas y preguntas planteadas a los concursantes, sino en lo que les sucede a los concursantes que fallan y pierden: se les abre el suelo bajo los pies y caen por su peso, y desaparecen súbitamente de la vista del telespectador. Es lo más interesante de la emisión: las caídas de los concursantes, tragados por la tierra. Estoy seguro de que muchos telespectadores sintonizan Ahora caigo sólo por asistir a las nerviosas reacciones de los concursantes que han perdido y saben que van a caer: hay gritos y chillidos, retorcer de manos, saltitos, escalofríos y verdaderos ataques de histeria. Es un espectáculo divertido. Lo que nadie sabe es qué sucede cuando el concursante cae. He dado en pensar en aquel famoso mediometraje de La cabina,con José Luis López Vázquez empaquetado en un tenebroso almacén. ¿Acabarán en un lugar así los concursantes caídos de Ahora caigo?¿Se ha vuelto a saber algo de ellos? ¿Desaparecen, o qué? ¿O sólo firman un contrato por el que nada pueden contar de lo que sucede ahí abajo, cuando caen? ¿Hay muchos heridos, luxados y quebrados, damnificados por esas caídas que jamás abrirán la boca, so pena de multa mayor? El misterio crece y cada vez es más atractivo Ahora caigo justamente por lo que no vemos, por lo que barruntamos que sucede en la parte de abajo, en la parte invisible del programa, la más interesante. Lo de arriba es ya lo de menos.

GOZO. Mi amigo Javier Pérez Andújar vuelve a hacerlo: a emocionarme con su palabra, quiero decir. Acabo de leer, entre zapeo y zapeo, sus Paseos con mi madre hoy tan mudado-,el de «la internacional de los bloques», su país, que es el del habla de su familia – el capítulo en el que expone su relación con el castellano y el catalán es un testimonio colosal, espléndido, insólito por su sinceridad y finura-,el de los autobuses al anochecer, las huelgas, los tebeos, los libros… y la televisión. La televisión, sí. Es que todavía resulta raro que un escritor de fuste, de tomo y lomo, un escritor de pies a cabeza – se escribe como se camina, dice Javier-, escriba esto: «Nada va a descubrirme tanto a mí mismo, nada va a crearme, a recrearme tanto como la televisión, hasta que llegue el rock and roll. Y entonces también acudiré a la televisión a buscarlo, en los programas de Diego Manrique, Carlos Tena, Moncho Alpuente, Àngel Casas…». La televisión. Al escribir, Javier irá citando programas de televisión para establecer analogías, símiles, contrastes con las cosas de la vida, para explicarse mejor a los lectores de su generación (otros escritores de su quinta – 1965-diríase que nunca vieron la tele o han visto la tele en secreto, vergonzantemente). Javier Pérez Andújar, cronista de los de cuaderno de notas en ristre, se ve a sí mismo como un Colombo de la vida, a la que trata con el tierno sarcasmo que merece. Javier Pérez Andújar es un escritor honesto que declara que le han moldeado los libros y los amigos, los paseos con su madre y la televisión, claro que sí, porque la televisión también ha sido un poco nuestra madre. Qué gozo leer a Javier Pérez Andújar, y de paso darte cuenta de que ni la tele ni casi nada es lo que era.

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