Agroporno doméstico
Víctor-M. Amela
GRANJEROS. La nueva edición de Granjero busca esposa (Cuatro) es una película porno para ver en familia, para amas de casa, maridos aburridos y jubilados ociosos, es una pornografía televisable, suave y doméstica. Una pornografía de escenografía rural, con sus vacas, sus prados, sus establos y sus pajares, que pone más. No es difícil visualizar escenas de cine porno en este decorado de granja de Famobil. Ellas visten corto y ceñido, enseñando muslo y pechuga, pintadas estrepitosamente y moviendo el trasero sobre tacones entre las boñigas, soltándole al granjero obscenidades sobre los ardores que sienten en la ávida entrepierna. Así ha arrancado la cosa, para alegría de productores y telespectadores: ellas juegan a calentar a los rupestres granjeros hasta que sacan humo por las costuras. Los granjeros son burracotes piafantes, verracos poco diestros en el trato con mujeres, desacostumbrados a la proximidad de tanta carne femenina y con las hormonas en erupción en las soledades del agro. En Granjero busca esposa pasará lo que tenga que pasar, que es lo que sus seguidores esperan con fruición que pase: de entrada, en la primera entrega ya hemos podido asistir a morreos con lengua, frotamientos, roces y abrazos de camisa de fuerza, requiebros y sudores. Los concursantes están en la fase de la saliva y no tardará demasiado el intercambio de otros fluidos. No han tenido inconveniente, recién presentados, en tener contactos de alto voltaje. Una de las candidatas promete sacar látigos, esposas y vibradores. En casa, los telespectadores van a asombrarse y reír con el espectáculo de agroporno de las chonis y los brutos, la poligonera y el palurdo.
ME SUENA.
El estreno de Tu cara me suena (Antena 3) es la demostración de que la televisión está elaborándose por clonación y patchwork. Creí ver un híbrido de Lluvia de estrellas,Tú sí que vales,Mira quién baila,Mira quién canta y la academia de OT:famosos como Santiago Segura (que sirve para un roto y un descosido), Francisco, Julio Iglesias jr., Josema Yuste o Carolina Ferre juegan a imitar a estrellas de la canción. Es un programa demasiado largo para cuatro chispazos de gracia caricaturesca. Y que pone de manifiesto una reacción de supervivencia del famoseo patrio: han caído en la cuenta de que si abandonaban los platós de televisión, los colonizan ciudadanos anónimos que acaban por comerse el pastel de la fama y el dinero. Y los famosos, después de abominar de estos concursos livianos, entran en el redil.