Lydia Artigas, señora de moral distraída
«Me he dedicado a ´hacer señores´, no hago daño a nadie»
Tengo 72 años. Nací y vivo en Barcelona. Me he dedicado a ´hacer señores´. No me he casado, he sido una señora inteligente. No tengo hijos. Soy de Convergència y del Barça. Soy católica practicante. Dios no me castigará, esto no es pecado. Decidí nunca más pasar hambre
VÍCTOR-M. AMELA
La han llamado prostituta.
No me gusta esa palabra. Siempre digo que soy una señora que hace señores.
¿Durante cuánto tiempo?
Paradojas.
¿Por qué?
¿Hizo señores estando con él?
¿Y volvió luego a la calle?
¿Ha tenido protector?
¿Intentó algún otro trabajo?
¿Y?
¿Y a qué se dedica hoy?
¿Por qué no chicas más jóvenes?
¿Cómo son esos señores clientes?
¿No teme usted romper matrimonios?
Símil captado: justifica a sus clientes.
Como creyente, ¿no siente que peca?
¿No ha soñado con tener su familia?
He sido dueña de mi vida, no me arrepiento. Me prometí nunca más pasar hambre.
¿Quiso dinero fácil?
Dinero rápido… pero no fácil. Para intimar como es debido necesitas un don especial. Da más la señora de lo que le da el señor.
¿Qué ha sido lo peor?
Un aborto a mis 48 años, en Londres: lo pasé fatal. Duermo con un cojín en el vientre.
¿Y lo mejor?
Que he sido la mejor, he disfrutado con esto, los señores me recuerdan, aún me envían flores: estoy contenta.
Cuesta creerlo, este trabajo es duro…
Lloré con mi primer señor… porque yo quería hacerlo muy bien, temía fallar. Él me tranquilizó, me ayudó… y todo salió bien. Luego yo he aconsejado a otras chicas.
¿Cuál es ese consejo?
Imagina que el señor es un novio al que amaste o un actor de cine que te gusta: ¡hazle al señor lo que le harías a él, pon alma!
¿Cómo empezó a hacer señores?
Mi madre los hacía: era alocada, despilfarradora, vivíamos de mala manera, de pensión en pensión, escapando sin pagar. ¡Eso sí me parecía pecado! Al cumplir 21 años, mi mayoría de edad, le dije: «Mamá, ahora tú te quedas en casa y yo haré señores».
¿Culpa a su madre de algo?
¡No! Quizá a mi padre, que nos abandonó. Pero hoy entiendo ya los motivos de todos.
Esta entrevista será muy criticada…
Viví de niña tantas hipocresías y disimulos en mi familia ¡que decidí que viviría toda mi vida diciendo la verdad y dando la cara!
¿Ha estado con señores conocidos?
Me llevaron con otras chicas a estar con el rey Faisal en el hotel Ritz: ¡qué túnica dorada espléndida vestía! Nos toco un poco y ya está. Su chófer intentó abusar de nosotras.
¿Algún famoso más que pueda contar?
Lo sabrá usted todo del sexo, ¿no?
Sé contarle a un hombre fantasías excitantes: al final, yo me dedicaba a hablarle al señor mientras otra chica estaba con él.
¿Qué pedido ha sido el más frecuente?
¿Y cuál el más desagradable?
Un señor le llevaba a su esposa unas olivas negras para comer… tras haberlas pasado por el ano de una chica. ¡Yo me negué!
¿Están con sus chicas los culés que no ocupan sus localidades en el Camp Nou?
No: mis clientes son tan culés que vienen aquí antes del partido. Y luego… ¡siempre ganan! Me dicen que yo les doy suerte.
La señora Rius
Conocida como señora Rius,esta mujer ha dedicado casi toda su vida al oficio más viejo del mundo. Hoy tutela a otras mujeres que lo ejercen: procura que sean catalanas y lo hagan con mimo y por genuina necesidad. Ahora negocia con una organización asistencial facilitar placer sexual a discapacitados físicos o psíquicos: «¡Tienen derecho!», dice. Desmitifica el sexo: «Instaladas las chicas en buenos pisos, ¡daríamos un golpe a las mafias!», pero cree que demasiados intereses impedirán la regularización, que sería fácil si a las chicas no les importase confesar su actividad, como ella siempre ha hecho, incluso en un libro, La sra. Rius de moral distraída (de Julià Peiró, en Comanegra).