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La Contra 12/3/2007 | Jordi Mambrilla, artesano de objetos históricos romanos

07/08/11 por Victor Amela

«Los romanos eran muy ‘fashion'». Entreevista a JORDI MAMBRILLA · ARTESANO DE OBJETOS HISTÓRICOS ROMANOS

VÍCTOR-M. AMELA  – 12/03/2007

Mañana cumplo 48 años. Nací en Barcino y vivo en Castrum Octavianum (Sant Cugat). Estoy casado y tengo dos hijos, Tini (14) y Alba (11). Soy diseñador, y ahora me dedico a reconstruir objetos de época romana. ¿Política? Anarquismo ordenado. No tengo creencias religiosas. Mi nombre romano es Primus Minicius Octavianus

– ¿Qué tiene en la mano?

– ¡Salve! Es un strigilo.

-Parece un calzador torcido.

– ¡Con esta pieza se limpiaban el cuerpo los romanos! El jabón no existía, así que se iban a sudar al caldarium.

– ¿Una suerte de sauna?

– Sí. Sudados, se aplicaban sobre la piel aceites, y de nuevo se metían a sudar más.

– Empieza a darme un poco de asco…

– El calor, los aceites y el sudor diluían la roña, que retiraban luego raspándose toda la piel con el strigilo.¡Y limpios!

– ¿De dónde ha sacado el strigilo?

– Lo he fabricado yo: disfruto reconstruyendo objetos de la cultura romana, piezas de hace 2.000 años, como estos cascos, cinturones, túnicas, estandartes, cotas de malla, espadas, escudos, pugios,solean…

– ¿Pugios? ¿Solean?

– Puñales y sandalias. Los puñales eran como un fondo de inversión para los hombres: iban ornando puños y fundas, enriqueciéndolas con laminillas de plata y repujados…, hasta convertirlos en objetos lujosos.

– ¿Y las sandalias?

– Eran de cuero. Éstas, con estas tirillas, son caligae:suelas anatómicas, claveteadas por debajo con clavos de acero, a modo de tacos: ¡comodísimas para caminar sobre tierra! Las calzaban las legiones romanas, y con ellas dominaron el mundo.

– ¿Y cómo sabe usted que eran así?

– Para todas las reconstrucciones de objetos me baso en los que aparecen en yacimientos arqueológicos o muy bien documentados en bajorrelieves, frescos, mosaicos… Por cierto, el hijo de un general calzaba desde muy niño unas caligula (sandalias pequeñitas)…, ¡y Calígula se le quedó como nombre! Ya ve, era el emperador «botitas», ja, ja…

– Con esto aprende mucho sobre Roma, veo.

– ¡Muchísimo! Ése es el objetivo: me informo en libros, publicaciones, internet… Absorbo datos y los intercambio con grupos de reconstrucción histórica en España y fuera.

– No sabía que fuese afición tan extendida.

– Empezó en Estados Unidos con aficionados a la guerra de Secesión: llegaron a reconstruir la batalla de Gettisburg ¡con todos los detalles…! Luego, la afición reconstructiva se amplió a la edad media y, después, a Roma.

– ¿Cuántos aficionados son hoy en España?

– En los certámenes podemos reunirnos un centenar de personas fascinadas por Roma.

– ¿Con qué fin se reúnen?

– Lúdico y pedagógico. Nos calzamos las caligae,cada uno se viste de acuerdo a un tipo de personaje – senador, legionario, centurión…-, y exhibimos objetos reconstruidos. Esto no es un juego de rol: queremos mostrar con fidelidad lo que sabemos de esa época gracias a historiadores y arqueólogos.

– Componen una suerte de belén viviente…

– Arqueología viviente, puesta en pie.

– ¿Me dejaría asistir a alguna de esas citas?

– ¡No se pierda la de Tarraco Viva! Es anual, y este año será los días 18, 19 y 20 de mayo, en las ruinas romanas de Tarragona.

– ¿Y qué encontraré ahí?

– Leemos cuentos romanos para niños, y poemas clásicos, y hay grupos que tocan música con instrumentos romanos, y hay puestos con objetos de la vida cotidiana romana, y parlamentos en latín, juegos diversos, reconstrucción de luchas de gladiadores por un espléndido grupo de italianos…

– ¿Usted lucha?

– Sólo me visto de legionario de la legión Nona Hispana, apelativo ganado por sus acciones aquí: reproduzco sus armas, vestuario, objetos de escribas, agrimensores (toda una cohorte que se desplazaba con la legión)…, ¡con la mayor fidelidad histórica!

– ¿Se hablan entre ustedes en latín?

– Yo aún no he llegado a eso, pero sí nos llamamos por nuestros nombres romanos…

– ¿Y cuál es el suyo?

– Primus Minicius Octavianus. Primus, porque soy primogénito; Minicius era una gens (familia) típica de Barcino (Barcelona), donde nací, y Octavianus, porque vivo en Castrum Octavianum (Sant Cugat).

– Yo también soy primogénito.

– Su nombre, Víctor, era cognomen romano, identificaba una rama de un clan. ¡Juegue usted a darse su propio nombre romano! Amela (almendra), en latín es amigdala…

– ¿Son fiables las películas de romanos?

– ¡Qué va! Se basan en suposiciones. ¿De qué colores eran las telas? Sí sabemos que usaban calcetines de vivos colores, por ejemplo. Pantalones, ¡jamás!: cosa de bárbaros…

– Los bravos romanos preferían la faldita.

– Que fue evolución de la parte que cuelga del cinturón: fueron enriqueciéndola, recargándola…, ¡hasta convertirla en esa faldita!

– Eran presumidos, estos romanos.

– Les podía la apariencia, el aspecto externo, ir a la moda, todo lo fashion…

– ¿Qué objeto anda fabricando ahora?

– Una lorica sacamata (coraza de escamas), una armadura.

– ¿Cuánto me cobraría por un equipo completo de legionario?

– Unos 2.000 euros. Si se empeñase en ir de general, resultaría algo más caro, claro…

– ¿Qué enorgullecía más a los romanos?

– Su derecho. Y sus obras públicas. ¡Los romanos estarían construyendo en Iraq aeropuertos, carreteras, puentes, mercados…! Y los iraquíes estarían conformes, pese a todo.

– ¿Añoranza de los romanos, Minicius?

– Envidio su gran pragmatismo: tenían dioses para pedirles cosas, y si alguno de ellos no funcionaba, probaban con otro y ya está.

– Habrá algo que no les envidie…

– Defecaban en compañía… y se pasaban la misma esponjita para limpiarse el culo, tras enjuagarla en un canalillo de agua.

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