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CRÍTICA DE TV | Que acabe mal

23/05/11 por Victor Amela

CRÍTICA DE TV

Que acabe mal

Víctor-M. Amela
MASAS. Las masas son muy televisivas. A la televisión le encanta llenarse de gente, de manifestantes, de personas en grupo clamando, reclamando. Si hubiese habido televisión en los días de la Revolución Francesa, ¡se hubiese puesto las botas! A falta de tele, estaban Delacroix y David y Gericault y otros pintores del momento para construir realidad y fijarla con estampas muy vistosas y cinéticas. Ahora algunos jóvenes llenan algunas plazas, y la televisión corre a recogerlo. Una protesta popular muy televisiva, con titulares hechos: «Los indignados» (vinculándolo al comercial panfleto de Hessel), y con la prensa internacional hermanándolas a las revueltas norteafricanas. Todo lo relativo a las masas es muy contemporáneo – lo anticipó Ortega-y muy mediático, como decimos hoy (máxime cuando parecía que las redes sociales desactivarían las acciones presenciales). Probablemente esta presencia de masas callejeras acabe mal (¿o bien?): como un contenido televisivo más, sustancia televisiva pasajera. Los jóvenes manifestantes suelen ser muy críticos con los periodistas, la televisión – lo sé por haber cubierto algunas manis para este diario-y los medios de comunicación, a los que acusan de encubrir al poder y falsear la realidad. Visión errónea: la televisión ayuda a construir la realidad a quien sabe seducirla. Podría ser que esas masas de Madrid y Barcelona estuviesen aprendiendo.

FAMA. La fama es una fe, una religión propia de nuestro tiempo. Le preguntas a un joven qué quiere ser de mayor y ya no te dice «astronauta», «médico» o «futbolista», te dice «famoso». Anhelamos reconocimiento social, lo que hoy ha adoptado esta específica forma: la fama. El programa de Punset, Redes y medrar por emulación, por analogía-y para asistir a su posible caída, a su declive, a su debacle, con el propósito de ocupar su lugar. De ese instinto de supervivencia, la evolución nos ha legado la inclinación adaptativa a seguir con la mirada a los famosos… y a regocijarnos íntimamente de sus desgracias. Los programas del corazón son interesantes si contienen conflictos, y la felicidad de los famosos sólo interesa si invita a preguntarnos «¿durará mucho?», pues en nuestro oscuro fondo ansiamos que acabe mal más pronto que tarde.

1 Miguel 23 mayo 2011 a las 00:47

De acuerdo con el morbo del populacho, pero creo q gratuito lo de llamar panfleto al lig¡bro INDIGNAOS…. me apunte a tu faceb ook queria regalar tu libro… me falta la persona para amar, puedo amar a mi Madre, a mi ex, a mis hijos, pero gastarme tanta pasta para un detallet cuando gano 600 al mes… Tengo 46 y una vida bastante jodida, te he comentado varias veces q eres mi idolo por como te teomas la vida a tus 50… pero compre el panfleto de 5 euros porque savbia a ciencia cierta q al hacerlo algo causaba en esta mierda de Universo… De acuerdo en la opinion, y tal vez acertada la palabra panfleto pero hay mas pensamiento en esos 5 euros q en Los pilares de la Tierra…. Con todo mi respeto… Miguel Zapata.

2 victor amela 23 mayo 2011 a las 01:20

“Panfleto… en el más noble y etimológico sentido, no necesariamente en el peyorativo. Pero… indignación sin acción da en melancolía: prefiero acción sin indignación. Con todo mi respeto”.

3 Fátima 23 mayo 2011 a las 17:18

Yo diría que mas que «indignación sin acción» da más melancolía no sentir «indignación» aunque solo lo expreses en casa, con tu familia, con tus amigos. A mí (no he participado en ninguna manisfetación) me da mucha esperanza que la gente salga, haga algo, y yo en casa explicándole a mi niño de 9 años que eso que sale en la tele es lo que debemos hacer, expresar nuestra indignación. Pasaré un día a la acción? tengo esperanza de que así sea, mientras tanto, sigo «indignándome» desde casa. Te admiro.

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