Víctor-M. Amela
‘Sálvame’ sabe incorporar al relato del programa cualquier nimio incidente espontáneo
SÉ LO QUE HICISTEIS. La Sexta ha decidido retirar de su parrilla el programa Sé lo que hicisteis, tras cinco años de entretenimiento de sobremesa. El programa tiene una audiencia similar a la de su directo competidor en Cuatro, Tonterías las justas,por lo que no debe atribuirse a esta competencia el final de Sé lo que hicisteis.Pero es verdad que hay programas que denotan una fatiga de sus materiales, y que en tal caso no es mala idea retirarlos. Es el caso de Sé lo que hicisteis,que ya vio la partida de uno de sus presentadores, Ángel Martín, supongo que a causa de esa fatiga. Como telespectador, uno tenía la sensación desde hace algún tiempo de que los que hacen este programa ya no se divertían como antes haciéndolo, algo que acaba por notarse. Sé lo que hicisteis empezó siendo un programa de sketches y se recicló astutamente en una sátira de las astracanadas de Tele 5, lo que le reportó una espumosa popularidad. Las demandas de Telecinco consiguieron una sentencia que impedía el uso de sus imágenes por Sé lo que hicisteis,que se reinventó con parodias y gags de plató a costa de la actitud de Telecinco y de sus personajes. Pero eso tiene un recorrido limitado, y al final el ingenio de los responsables de Sé lo que hicisteis – tras intentos varios de reinvención-no ha dado más de sí. La exigencia ha sido alta, y ha tenido que responder a un constante y sucesivo incremento del tiempo de emisión, una desmesura que acaba por agotar al más pintado. Los chicos y chicas de Sé lo que hicisteis aportaron a la televisión la sátira de los programas del corazón y un aire de distancia irónica e intelectual del chismorreo imperante. Lo que por reiteración puede también acabar por convertirse en una pose cargante, cansina.
TEATRO. ¿Se cansará también en breve el personal de las invenciones de barraca de feria de Sálvame (Telecinco)? Me lo preguntan a veces y no tengo respuesta. Pero sí barrunto algo: que el invento tiene todavía bastante recorrido, puesto que la dinámica del programa sabe integrar sobre la marcha cualquier nimiedad que les suceda en directo a los tertulianos (la caída de un diente, un comentario inesperado, un yogur a medio comer, un mareo, una confidencia…): el programa Sálvame ha aprendido a alargar su duración incorporando a su animado teatro cualquier incidente imprevisto, ha aprendido a encajar en el relato del programa todo lo que se cruce, con desparpajo y sin esfuerzos previos de guión. Esta dialéctica narrativa tan desahogada protege mucho del desgaste a los responsables del programa: les basta con pergeñar unas líneas maestras de cada emisión.., y que sea luego el discurrir de los minutos y de los conflictos espontáneos lo que alimente los contenidos. En esto Sálvame opera como la vida misma: tú haces planes y luego van sucediéndote cosas que sabes que te toca ir encajando con la mayor deportividad posible. Y si puedes hacerlo con una sonrisa en los labios, mejor.
LOCURA. Veo a Manuel Torreiglesias cada día más intemperante e imperativo. Tortura a sus pobres colaboradores dándoles prisas siempre, interrumpiéndoles para darles tanta prisa… que los colapsa: les interrumpe para darles prisa, el mejor modo de impedir que acaben rápido, y acto seguido se pone muy nervioso porque no avanzan. Es una locura, es casi sadismo televisivo. Torreiglesias fustiga también a los telespectadores que llaman por teléfono: «¡Al grano, al grano!», les interrumpe. ¿Qué le pasa?