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¿Qué Es Telebasura?

07/12/97 por Victor Amela

En 45 segundos, y por cero pesetas: títulos de programas de «telebasura»; ¡un, dos, tres, responda otra vez! Tic, tac, tic, tac, tic, tac… ¿Ya? ¿Qué tal? Seguro, atento lector, que tenías claro citar «La sonrisa del pelícano», pero ya no vale. Ohhhh… ¿Qué más? ¿Qué otros programas has citado? ¿El de la Gemio, el de Jesús Puente, «Moros y cristianos», los anuncios, Los Morancos, los dibujos animados, «Impacto TV», el telediario…? Tic, tac… ¿Qué es «telebasura»? «Basura somos todos», oí el jueves comentar a un radioyente en el programa de Gemma Nierga (Ser), de lo que se sigue que «telebasura» es todo aquello por lo que nos dejamos embabiecar desde la pantalla. ¿Un poco drástico, quizá? «La televisión es el espejo de la derrota de una sociedad», sentenciaba Fellini. ¿Amarga lucidez? La palabra «telebasura» está en la calle, en la prensa, en la radio, en boca de todos. Es, de todos modos, una palabra que no existe, que no figura en ningún diccionario ni en enciclopedia alguna. No la he encontrado en el catecismo y tampoco está en el Código Penal (y eso que es de hace cuatro días). De la colección de libros divulgativos «Qu’est-ce que je sais…?», ninguno versa sobre la «telebasura». La palabra «telebasura», tan plástica y sensorial que parece que huele, es sin embargo una palabra comodín de vago contenido, un concepto de muy difusos contornos. Es, por eso, un término arrojadizo muy contundente, polivalente y de amplio espectro. Porque, ¿de qué hablamos cuando hablamos de «telebasura»? Solemos hablar de «telebasura» cuando apelamos a gustos (criterios estéticos) y a principios (criterios éticos), y está claro que la ética y la estética van por barrios y que no son comunes a todas las personas de un mismo país y de un mismo tiempo… Siendo la televisión una para todos (siete canales no son nada) y las éticas/estéticas tan diversas, hemos forjado el término «telebasura» como único exorcismo en boca del espectador ante una emisión televisiva que le ofenda, ataque, indigne, incomode y repugne, que ultraje y degrade su concepto de lo honorable y de lo digno. Es nuestro «yu-yu»: ¡»telebasura», «telebasura»! Cuando Pepe Navarro proclamaba con desdén que «para mí no existe la depravación», desafiaba a una parte de la potencial audiencia para la que sí existen fronteras y para la que, legítimamente, parte de lo que hacía Pepe Navarro era «telebasura». Quizá dentro de 20 años, claro, la ética y la estética de la gente de este país sean las que frecuentaba hasta ahora Pepe Navarro, por lo que entonces nadie dirá que Navarro hacía «telebasura», sino que se adelantó a su tiempo. Sí hay que concederle a Pepe Navarro el mucho juego que ha dado a críticos de televisión (gracias) y a tertulias de sobremesa. También ha animado lo suyo el debate intelectual: hasta se firman manifiestos contra la «telebasura». Audaces somos. Cuando «telebasura» y delito coinciden, no hay duda: toda emisión delictiva (o sea, calumniosa, vulneradora del honor y la intimidad de las personas y del respeto a la infancia) es «telebasura». Pero no toda la «telebasura» es delictiva: hay a quien le parece «telebasura» el debate de Luis Herrero (cuando es sólo un foro de libre expresión de las ideas de algunos) o jugar con la fragilidad de los sentimientos hasta el llanto («Sorpresa, sorpresa», «Lo que necesitas…»). Es difícil, pero quizá a alguien pueda antojársele «telebasura» «Médico de familia»… Otros pueden pensar que lo sean los programas de «tertulia rosa» o charleta sobre famosos («Tómbola», «Qué me dices», «Extra Rosa»), por mucho que se vistan de seda. A uno, sin ir más lejos, le parece «telebasura» la expansión galopante de la información futbolística, metástasis invasiva que parasita cientos de horas de programación, coloniza telediarios y pronto los hegemonizará. En fin: ¿le gusta al público la «telebasura»? Nos gusta todo y de todo nos cansamos. A una «telebasura» le seguirá otra. Vendrán nuevas «telebasuras» y serán mejores.

Creative Commons License photo credit: Kevin Steele

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